martes, 10 de julio de 2007

VIVIR POR LA UNIDAD

Hermanos míos, qué hermoso tema! Vivimos en un mundo en el que la búsqueda de las interacciones intenta crear una creciente conciencia que nos ayude a disolver las fronteras personales, grupales e inclusive entre los pueblos. Crear una integración e ideas fundamentadas en la disolución de nuestro ego. Renovar consiente una sociedad solidaria con fundamentos esenciales y éticos, que permita instalar en el corazón de los hombres el espíritu de colaboración.
Llegará el día en el que la separación será comprendida. Ella por si misma nos convocará a la unidad. Toda diferencia étnicos, sociales, grupales, no deberían ser esgrimidas como causa de separatividad sino como una evidencia de lo compleja y diversa que es la gran trama formada por la raza humana y sus extraordinarias proyecciones.
El que tratemos de ser diferentes o distintos no modifica nuestra dignidad. Todos somos iguales en lo conceptual y esencial. Diferentes e idénticos por compartir un mismo origen creativo. Tal aseveración nos conduce a tomar conciencia de tales manifestaciones. Nacimos conferidos por rasgos diferenciados de acuerdo al momento evolutivo, pero con un sello: la búsqueda de la unidad. Siempre ha sido así y así será hasta que el hombre comprenda que vivir la paz es vivir el amor.
Cicerón, en la Grecia de antaño, nos dejó estas frases: “Prefiero la paz más injusta a la más justa de las guerras”. La necesidad de aprender de los pares opuestos para poder comprender otros conceptos más amplios de la realidad. Quizás replantearnos la pregunta ¿qué realidad? Comprender la realidad y observación que cada ser, actitud, situación, objeto que se expresa en el mundo no es sólo él mismo, sino todo lo demás.
Asimismo, el ser partícipe y experimentador naturalmente altera el acontecimiento vivido, observado, percibido. Estos parámetros no concientizados alteran nuestra percepción de la realidad y la acción quitándonos objetividad y creando división. Cada uno ha caminado por los ciclos de evolución en el mismo sentido, en la misma dirección, pero diferenciados por los tiempos internos e individuales, es decir, caminamos por el mismo sendero pero no juntos. Esto nos hace distintos mas no nos separa, sino nos completa. En conjunción al todo, el Todo nos está permitiendo enriquecernos. Hemos recorrido un largo periplo existencial jalonado por la multiplicidad de experiencias individuales, pero no hemos experimentado vivir en unidad, justamente lo que nos propone este trascendente momento coyuntural de la humanidad.Cada “pacto” personal, grupal, fue casi siempre con el fin sutil de preservar lo nuestro. En lugar de hermanarnos siempre nos separó, ocultando nuestra agresividad –un brazo armado- y justificándonos aún en el tiempo.Se teme asumir que no se ha dispuesto la actitud; sólo varió su expresión.
Ahora, que es la hora, tenemos que asumir que hemos caminado mucho pero avanzado poco. Pero con la madurez, proyectándonos por consecuencia, que difícil se plantea la orientación. ¿Cómo hacerlo? Cuando quienes adoptamos la función y responsabilidad de guiar, o no se conoce el camino o se pierde, por lo que éste promete en protagonismos. No es negativa la posibilidad planteada, sino un medio para, como dicen los Hermanos Mayores, “darse cuenta” y cambiar.
Hasta ahora hemos sido casi siempre un colectivo de ciegos guiados por miopes, tuertos o también ciegos.El planteo real propone aprender a escucharnos y dejarnos guiar por nuestro Maestro Interno hasta que logremos avanzar en asentar el espíritu solidario, espíritu de la colaboración, sin renunciar a lo que cada uno es y siente. Lo necesitamos, sin menoscabar nuestros principios y aspiraciones.
Por ahora sigue siendo la gran asignatura pendiente: ¡vivir la Unidad!De nosotros depende crearla, pero para ello hay que creerla posible.
Que Dios los bendiga, hermanos.

Carlitos

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