“Mis viajes… por la vida” (2) LA MISIÓN DEL HOMBRE, ¡HUMANIZARSE!

Al comprometernos con el Amor nos comprometemos con la humanidad, aprendiendo a ser luz entre tanta oscuridad, sirviendo, dando más sin pedir nada a cambio, sintiéndonos agradecidos de ser útiles al plan del Todo Amor.Servir es comprometerse y reencontrarse con uno mismo, con la unidad, el origen, la esencia y el programa atesorado a través de muchos procesos, la eterna búsqueda del peregrino de la vida por reconocer el camino al interior del alma. Descubrir que al realizarlo ésta se integra al universo, que como minúscula muestra subyace dentro del hombre mismo y que allí, el Todo Amor refleja su melodía de armonía, renovación y esperanza.Poder reconocernos UNO CON LA CONCIENCIA DE DIOS e integrarnos naturalmente al todo sin que nos importe quienes somos, pasando a ser simples instrumentos de su plan, para colaborar con la manifestación de la Voluntad Divina en la renovación de la especie humana. Poder comprender que sólo importa un ser que se encuentra herido y convulsionado, nuestro planeta. Necesitamos comprender que a ese ser lo habita “la humanidad” y así comprobar que todo esta unido por cordones invisibles de Amor y oportunidad, tanto el destino del planeta como el del ser que lo habita.¿Cómo retamos la renuncia a nosotros mismos para servir con el fin de que la luz del entendimiento y la fraternidad ilumine de sabiduría las mentes y los corazones de los seres humanos? El reto de proyectarlo en la práctica del diario vivir, en la actitud de respeto a la vida, amándola. La responsabilidad de cristalizar en los hechos lo que emana de nuestros corazones, empleando el conocimiento con sabiduría e inteligencia en la colaboración con esta transición y cambio constante en que vivimos.La ley y la verdad están en cada célula, en cada partícula de nuestro ser; sólo dejemos que consciente se expanda por nuestros cuerpos sutiles, planos y estados, si descubrimos que somos una manifestación de la chispa divina recorriendo a impulsos de energías todos los lugares, rescatando el mensaje que nos dejó Jesús, el Cristo, un mensaje de ejemplo para ser compartido, que busca rescatar al hombre, redimirlo, redimensionarlo en el conocimiento de su naturaleza interior y proyectarlo a alcanzar planos superiores, partiendo de su esencia individual, de su naturaleza hasta llegar a lo universal. El puente que unirá lo físico y lo etéreo, la ley nos dice cómo es el universo y que Él está sintetizado en cada uno, que Él se expande en vibraciones, conectándose de ser en ser, integrándonos naturalmente al camino de regreso que tiene en sí mismo un único destino: El Profundo Amor, un destino sustentado en la recuperación de valores, de transformación, de recuperación de aquel Amor “escondido en nosotros mismos”.Ahora es la hora de despertar a la acción, de buscar la conjunción de todas las fuerzas para transformarnos en una gran transformación en conjunto.El trabajo es de todos, en pos del bien común. Demos respuestas sabias que nos permitan unirnos en la voluntad a todas las corrientes y seres que trabajan por los cambios hasta darnos cuenta que la verdadera religión es DIOS. Que ya no debe importar nombre en particular ni la creencia que por pertenecer a una filosofía de vida vamos a ser salvados, que “nos ha de salvar nuestra actitud diaria”.Amemos sin pensar en barreras que nos limiten, creyendo firmemente que todos los caminos se unen en el Amor y que todas las corrientes y pensamientos son válidos si nos impulsan a ofrendarnos por los demás y por el equilibrio universal.Esta quizás sea la “Misión de Amor por la Humanidad”, la que no tiene privilegiados ni distingue a nadie, nacida del Amor mismo, la que practicamos todos siempre que practiquemos el Amor.Podemos agruparnos organizadamente cumpliendo un programa, podemos accionar libremente en el diario vivir, podemos creer en Cristo o en Buda, en Mahoma o en Krishna, en todo o en nada, ser religiosos o laicos, caminar el camino que sintamos, podemos hacer lo que quisiéramos, pero hagamos lo que hagamos, creamos lo que creamos, siempre y por sobre todo debe ser compenetrándonos con el Amor.El Amor como meta trascendente de todo ser humano. El Amor comienza en casa, con la familia, con nuestros seres queridos, los amigos, los conocidos, pero TERMINA EN TODOS…

Carlos Fernández